MANIOBRAS DE ESCAPISMO
Un proyecto de Avelino Sala
comisariado por Fernando Gómez de la Cuesta
para ECCO Cádiz
(16/10/20 – 28/02/21)
Después del falso resplandor, tras el brillo deslumbrante del espejismo, viene el momento de despertar del sueño, de darnos cuenta de que nada de lo que vivíamos era verdad, de que todo era una enorme mentira donde el especulador encontraba el espacio idóneo para medrar y la falsedad pululaba a sus anchas. Ahora parece que estamos en un punto de inflexión que marca el inicio del desvelamiento y la hecatombe, que nos hallamos ante la quema del telón que ocultaba la tramoya, que escondía ese mecanismo perverso que provocaba que todo cobrase la apariencia de ser correcto, conveniente, ético y estético.
Puede que estemos frente a ese gran cambio fruto del desastre que vivimos o, por el contrario, ante un nuevo pase de magia, un truco asombroso de esos prestidigitadores que gobiernan el mundo, de ese aquelarre de demiurgos poderosos que controla el planeta, de esas parcas que siguen tejiendo la tela de araña de la que nadie se zafa. Unos manipuladores extraordinarios, sin cara, ni pies, ni corazón, ni escrúpulos, pero con mucha mano, tanto izquierda como derecha. La maquinaria ha dejado de bombear, el combustible ya no llega a los pistones, el aire no alcanza a los pulmones y la mayoría de operarios están cansados de darle vueltas a la manivela, enfermos de desmesura, artificio y desnaturalización.
El lugar que habitamos, pretenciosamente idílico, un paraíso convertido en distopía, se cubrió con la incertidumbre que nubla cualquier mutación abrupta, una niebla espesa e infernal que, a la vez, sirve para ocultar una nueva y sofisticada estafa que será la que termine de desahuciarnos. Un momento de desconcierto y desazón, pero también de expectativas frustradas, de herida y de reivindicación, un escenario de debate, de combate y sufrimiento que coincide, exactamente, con el lugar en el que ahora nos hallamos, con ese espacio adecuado para la manipulación, la ocultación y la fuga; la terna de conceptos sobre los que se desarrolla este ejercicio de prestidigitación dividido en tres actos.

Acto I – Manipulación: la ilusión que consuma el engaño. Primero sucede el pase de magia, la trampa, esa mentira con apariencia de verdad, aquello que nos confunde, lo que provoca nuestro error, nuestro convencimiento de hallarnos en una realidad que no es cierta. Hace tiempo que vivimos sometidos al espejismo y a la especulación, atrapados por el cristal negro de nuestras pantallas, por la jaula de las expectativas insatisfechas y de esos deseos convertidos en necesidades a base de falsas promesas. Es entonces cuando ocurre algo, en ocasiones sutil y en otras incuestionable, un hecho que altera nuestra percepción sobre aquello que nos rodea, que deja en evidencia el truco del hechicero que nos hipnotizaba, la maquinación, el contubernio de los poderosos, el complot que mantenía a Truman atrapado en la ficción de su propio show. Es en ese preciso instante cuando nos avergonzamos de no haber visto la confabulación flagrante, cuando nos abochornamos de ser tan crédulos, tan idiotas, tan estúpidos. En “Castles Made of Sand” (2017) Avelino Sala habla de dos cuestiones evidentes, por un lado de la gran farsa que es la política, por el otro de la especulación inmobiliaria y del engaño. Un mago maneja una baraja bañada en oro y confunde al espectador con sus trucos, con el movimiento experto de sus dedos, un público deslumbrado por el brillo reluciente de las cartas. El artista crea un paralelismo entre la treta política, los recursos del especulador y las artimañas de un hábil tahúr. La audiencia le contempla dejándose engañar, el oro (real) de la baraja les ciega, no les permite ver que todo aquello está vacío, a punto de desmoronarse, como un castillo de arena, de naipes. Para “1935. Tabula rasa. Un atlas Mnemosyne diferente” (2017), Sala interviene un libro de la Historia de España publicado en 1935 por la editorial Espasa-Calpe, impreso en los estertores de la II República y antes del inicio de la Guerra Civil, una acción que consiste en el tachado con Tipp-Ex de todo el volumen, página a página, palabra por palabra, imagen a imagen. Una ocultación fascista de la historia anterior a 1936 que continúa vigente con hechos tan frontales como la negación y la manipulación de la memoria histórica. Aquí, el atlas del conocimiento de la civilización europea de Aby Warburg, transmuta en una enciclopedia del olvido de nuestra historia reciente.

Acto II – Ocultación: el oscuro avance. Avelino Sala (como el filósofo enmascarado) transita camuflado con la voluntad de introducirse y detonar lo establecido, de activar el cambio desde la demolición de lo inútil, remarcando lo perverso y lo estúpido de una estructura sociopolítica y económica que, en lugar de habilitarnos, nos oprime y nos corrompe. “Larvatus prodeo” (2014) reproduce en su título la famosa frase de Descartes. Una capa tradicional española que cuelga de una soga como una marioneta, como un ajusticiado, como un suicida, una vestimenta que contiene en su espalda, con la distinción que le otorga el bordado en letras doradas, esa cita que demuestra el convencimiento del filósofo sobre su método de conocimiento. El propio montaje de la pieza nos pone en relación con lo explícito y con lo oculto, con la apariencia falsa de las conductas poco claras, con una vestimenta clásica que sirve para la ocultación y para el crimen, pero que también se asocia a un signo de distinción, de linaje. Una dualidad que siempre ha caracterizado esa doble moral tan presente en toda la historia de España. En la serie “(R)evolución del sombrero Panamá” (2014) se da una dialéctica similar: partiendo de esa conocida prenda, aquella que la mano de obra ecuatoriana usó durante la construcción del canal del mismo nombre, el artista inicia una deriva que le lleva a convertirla en un nuevo icono de la lucha obrera. No queda otra, la asimilación de este tipo de atuendo, de claro origen proletario, por la aristocracia y el poder, incita a Sala a transmutarlo en una suerte de pasamontañas revolucionario, a convertirlo en un (no tan) nuevo símbolo de la lucha y de la resistencia. Por último, “Censored” (2019), es parte de un proyecto extenso que procura el desvelamiento apelando a la pintura y a la pintada, enfrentándose a la facción material de la represión, a la más notoria, a la de los atributos flagrantes de un poder que se ejerce desde las fuerzas del orden al servicio de la violencia institucional, de los escudos antidisturbios, de las pelotas de goma, de los uniformes, de los cascos y de las porras. Una coacción que oculta las otras armas, los otros resortes a los que se enfrenta el artista, mucho más profundos, mucho más peligrosos, que esconden las tácticas sibilinas de estados y corporaciones, de aquellos que permanecen camuflados para destruir nuestra libertad, que nos tienen sometidos sin que lo sepamos, unos métodos escritos con una tinta invisible que no se perciben si no intermedia la performance de esta pintura de acción, de esta lucha desproporcionada del creador contra la nueva censura, contra la represión, contra la manipulación, contra el anatema, contra la purga sutil, fluctuando otra vez entre contrarios, entre las tácticas clásicas del camuflaje militar, inoculando el ingenio para conseguir penetrar en las líneas enemigas y procurar la detonación de esa censura que, a toda costa, debemos impedir que nos someta.

Acto III – La fuga: maniobras de escapismo. Entonces llega el momento de escabullirse, de saltar, de desaparecer para volver a transformarse. En “Plan de fuga” (2017), las banderas entrelazadas de la Unión Europea, anudadas como las sábanas de los presos que pretenden escapar de su celda, parten del mástil para marcar la huida, la vía para la evasión, para la deserción de todas esas superestructuras políticas que, al final, no han servido para nada. El desmantelamiento de las instituciones es un efecto evidente de la crisis en la que andamos sumidos, del agotamiento de las ideologías, del descreimiento y de la alienación del ser humano. Este singular plan para una fuga se completa con tres piezas icónicas que acaban de dar forma a esta demoledora descripción de la distopía: “Europa ha muerto” (2017), un escudo antidisturbios pintado con la bandera de la Unión Europea, “UE as a Hammer” (2020), un martillo cuya empuñadura reproduce el mismo emblema y “Europa vs Victoria de Samotracia” (2020) donde la (es)cultura clásica, desde la ruina del arte herido, se erige sobre algunos de aquellos libros que han incardinado el desarrollo político, social y cultural de occidente, pero que el imparable devenir ha terminado convirtiendo en papel mojado, en palabras sin apenas sentido. La última serie que da forma a este proyecto se titula “Salto al vacío” (2020) y es el inicio de una investigación más extensa que ubica su análisis en ese instante preciso en el que las decisiones se toman, en aquel punto de inflexión que viene justo después de la debacle, en el contexto complejo en el que ahora nos hallamos: una situación de incertidumbre total, de cambio de paradigma. “Salto al vacío” es un estudio sobre la duda, sobre los miedos, sobre la ilusión y sobre ese arrojo que nos lleva a realizar actos irreversibles y apasionados. Una bella metáfora que parte de un protagonista cualificado, de un perfil muy conocido por Avelino Sala, de la figura del artista, del creador y de sus saltos a ciegas, al abismo. Un impulso hacia lo inexplorado que, a pesar de la altura, a pesar del riesgo, no es un suicidio sino una acción consciente, peligrosa, entusiasta e incierta, un acto voluntario y valiente que implica ir hacia delante, hacia ese lugar que queremos, que amamos, que deseamos, pero que desconocemos.