Rosell Meseguer – «La disuasión: la marea y el límite» – Las Cigarreras

«La disuasión: La marea y el límite», es el proyecto de Rosell Meseguer comisariado por Fernando Gómez de la Cuesta que resultó ganador del concurso «BuitBlanc» convocado por la Concejalía de Cultura de AlicanteLas Cigarreras Centro Cultural
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La bella e inquietante metáfora del límite, el refugio, el ataque y la defensa
 
Rosell Meseguer (Orihuela, Alicante, 1976) es una artista que se caracteriza por emprender intensas y extensas investigaciones en ámbitos científicos, históricos, poéticos, mágicos y plásticos, que son tratadas como formulaciones autónomas pero con evidentes vínculos entre sí, conformando una red de redes, un meta-texto colmado de imágenes y relaciones, un mapa de búsquedas y hallazgos en continuo crecimiento y revisión. En esta propuesta titulada “La disuasión: la marea y el límite”, mientras amplía uno de sus análisis más longevos, aquel que se inició con “Batería de cenizas. Metodología de la defensa” en 1999 y del que el presente proyecto trae causa, Meseguer continúa con su estudio taxonómico, conceptual y espiritual de las múltiples arquitecturas defensivas, de camuflaje, de cobijo, de ataque y de frontera que se encuentran en diferentes zonas de la costa del Mediterráneo, unos elementos que ella trata como símbolos de diversas fuerzas: de esas que se refieren a los totalitarismos, de las que se relacionan con la protección militar de una nación, de un contexto o de una cultura, incluso de aquellas que conectan con los movimientos de resistencia.
 
Una de las opciones de supervivencia que nos quedan en esta contemporaneidad superlativa es volver a la caverna, un proceso primitivo de protección, de ocultación, de fortificación, de bunkerización, al que nunca hemos dejado de recurrir a pesar de sus sucesivas y heterogéneas renovaciones. En “La disuasión: la marea y el límite” los elementos vinculados al control y a la represión, a estructuras de salvaguarda, refugio, contraataque y oposición, al fuerte, al muro, a la torre y al búnker, son analizados para construir unas obras que hablan sobre el vacío, sobre el hermetismo del poder y la distancia de éste con el pueblo, pero que también apelan a la belleza, a la irrealidad y a la defensa suicida y romántica de cualquier ideal. Unos espacios que sirven para articular esa lucha, cada vez más necesaria, que tiene a la cultura, al arte y a la creación como agentes activos y vertebradores de esta conjura resistente, desde el pensamiento, la experiencia, la ética y la estética, que da forma a una bella e inquietante metáfora alrededor del límite, el refugio, el ataque y la defensa
 
Meseguer examina, deconstruye y reformula estas representaciones reales, físicas, de protección y de resistencia, en las que no sólo se ubica la figura del combatiente, del soldado, sino también la del migrante, la del rebelde y la del revolucionario, ya que es en esta trinchera, la de la confrontación entre el poder y el contrapoder, desde donde surgen algunos de los análisis más certeros de la actualidad, como aquellos que se refieren a la singular arqueología que se establece sobre estos elementos de defensa y de control tratados como símbolos de conceptos tan presentes y tan complejos como el de espera, el de vigilancia, el de frontera, el de resguardo o el de prisión. Estos dispositivos, recontextualizados y replanteados, dejan en evidencia la rigidez e inexpugnabilidad, la inaccesibilidad e impenetrabilidad del sistema, de las estructuras y superestructuras, compuestas por unas unidades que, sin duda, son uno de los iconos más inquietantes de los diferentes estados que se han instaurado, como monumentos de significado cambiante, en la zona gris de nuestro tiempo.

 

 

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