-Un proyecto de Santiago Morilla para el Museu d’Història de Manacor comisariado por Fernando Gómez de la Cuesta-
Ortografía para caballos
Es obvio que esta pérdida de la orientación, esta no-situación, va a anunciar una profunda crisis que afectará a la sociedad y por lo tanto a la democracia. La dictadura de la velocidad al límite chocará cada vez más con la democracia representativa[1]
Comencemos por el principio, por el lugar que ha elegido Santiago Morilla para iniciar su proyecto, empecemos por el Hipódromo de Manacor, por un escenario que actúa como un singular cuaderno caligráfico de renglones ovalados, de líneas infinitas para un circuito limitado. El artista, con un pie enyesado, dibuja con su muleta los rasgos de una cara gigantesca, un rostro efímero sobre la arena de la pista, unos ojos sobredimensionados que miran hacia arriba, una faz constantemente modificada e intervenida por los carros y caballos que le pasan por encima. Morilla lo observa todo desde una perspectiva privilegiada, desde una cátedra cenital donde devuelve la mirada, desde una silla magistral en la que redacta este manual de ortografía equina, un escrito gráfico y didáctico para caballos que dan vueltas con una cadencia concreta, con un ritmo medido. Un discurrir que va dejando tras de si unos surcos bien hendidos, las huellas de los cascos y también las de las ruedas, unos trazos que indican otros itinerarios, que señalan nuevas experiencias, que conforman vidas, que se superponen y que se refieren a otras existencias, que se borran o se significan, que se pierden y se encuentran, que mueren, nacen y se mezclan. Diez caballos en la pista dibujando su propio texto y desdibujando aquel rostro que apareció primero, al trote que no al galope, al azar premeditado y a conciencia, a nueve millas por hora, sin prisas, sin pausas y sin certezas.
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En este mundo despiadado la velocidad se ha convertido en la nueva dictadura, un ritmo impuesto y vertiginoso que nos impide pensar, una velocidad inhumana y mecánica que ha entrado en colisión con el hombre, con una sociedad que apenas consigue sobrevivir en este escenario de desbordamiento frenético donde la humanidad corre alienada y sin rumbo definido. Ahora nos exigen galopar porque ir al paso ya no basta, y el que se para: muere o le matan. El trote podría ser el ritmo adecuado, la marcha idónea para quien sepa, quiera y pueda mantenerla, pero no es una tarea fácil, en este juego de distancias, velocidades y exigencias, tan sólo se admite el esfuerzo extenuante de llevar un ritmo severo y constante. La velocidad siempre viene afectada por el peso, tenemos hijos, iniciamos proyectos, tomamos decisiones, interviene el azar, crecemos, cambiamos, enfermamos, aumentamos nuestra responsabilidad, cargamos con personas, con situaciones y con cosas. El surco que dejamos cada vez es más profundo, decrece la tolerancia y sumamos más peso, pero el ritmo hay que mantenerlo, sea como sea, aunque nos vaya la vida en ello, aunque nuestra degradación sea tan veloz que, rápidamente, parezcamos viejos.
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Optimun non nasci[2]. Y si tanto nos degradamos lo mejor será no nacer, y si al final nacemos, lo preferible será morir lo más pronto posible, antes de que nuestro cuerpo se corrompa y vaya perdiendo sus facultades, antes de que se vayan perjudicando nuestras funciones vitales y tengamos que suplirlas con ingenios y prótesis, con inventos y artificios. Desde nuestra propia experiencia algo hemos ido sabiendo, conocemos lo que nos pasó e intuimos lo que puede estar al acecho. Más temprano que tarde comenzarán las minusvalías y las enfermedades, llegarán los corsés y las muletas, las lesiones, las amputaciones y las heridas de guerra, comparecerán los apósitos, los empastes, los tornillos, las placas y hasta las sillas de ruedas. Morir joven es una opción y sobre lo de dejar un cadáver bonito, pues que cada uno haga lo que pueda. En este contexto crítico, Morilla, se cuestiona la responsabilidad y la oportunidad de ser padre, el peso de la autoría y de la culpa, la conveniencia de aportar a este mundo una nueva vida, un nuevo proyecto, una nueva obra. Desde la valentía decide sacar adelante a la criatura, determina que, a pesar de todo, vale la pena, haciendo del vicio una virtud, del daño una ventaja y del miedo un estímulo. Por eso, para probar que todo es posible, resuelve no realizar ninguna pieza de su propia mano para esta propuesta, sino que serán la muleta, la rueda, la herradura, el odómetro, la cámara y el láser quienes escribirán este manual sin manos para caballos con patas, cascos y herraduras.
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Para la gente atosigada de imágenes es muy probable que las puestas de sol luzcan vulgares; ahora se parecen demasiado a fotografías[3]. Entre otras muchas cosas nuestra mirada está enferma y lo primero que hay que hacer cuando se detecta una patología visual es mesurar el defecto, la diferencia entre la realidad y lo que vemos, la insensibilidad retiniana, la miopía y la presbicia, mediciones oculares mecanizadas, optometrías y optotipos, pruebas y diagnosis, correctores mecánicos y ortopedias visuales, gafas y lentes, parches, anteojeras y oclusores. Cambiamos el punto de vista para evitar el desgaste, la indolencia y el conformismo, para prescindir del gran error y de ese desenfoque genérico que anula la mirada particular y concreta. La misión principal es evitar la ceguera contemporánea, mantener la capacidad de ver y de mirar, educar y ejercitar, de detectar el cuerpo extraño y valorar su reacción, la legaña o la perla. Morilla nos pide tiempo y atención para hacer visible lo invisible: líneas negras sobre un rectángulo negro, trazos dibujados sobre una superficie del mismo color, rayas grabadas a láser prácticamente imperceptibles, un dibujo que sólo puede verse y aprehenderse invirtiendo una calma que no tenemos, bajando a un ritmo que no nos toleran, situándonos a la distancia adecuada, agudizando el ingenio, aplicando la mirada y la conciencia.
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Es la mirada premonitoria del artista la que nos señala el camino, uno de los posibles caminos, para corregir esta crisis de valores y de contenidos que nos afecta. Estamos en pleno colapso, en el punto de quiebra, pero no perdemos la esperanza y Morilla se implica hasta la médula, convierte sus proyectos en investigaciones vitales, trabaja de frente, sin cortapisas, medianías, ni banderas. Por eso aquí tenemos, para nosotros y para los caballos, este manual ortográfico, una guía gráfica para que cambiemos el paso, para que variemos el rumbo y busquemos nuevas quimeras, para que aprendamos de nuevo a mirar, para que corrijamos las patologías, para volver a ser felices cada uno a su manera.
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[1] Paul Virilio, “Velocidad e información. ¡Alarma en el ciberespacio!”, Le monde diplomatique, París, agosto, 1995
[2] “Lo mejor es no nacer”, Plinio, Historia Natural, Visor Libros / Universidad Nacional de México, Madrid, 1999, vol. I, p. 302
[3] Susan Sontag, Sobre la fotografía, Edhasa, Barcelona, 1996, p. 95.
Manual de Ortografía Equina from santiago morilla on Vimeo.
MAKING OFF / Manual de Ortografía Equina from santiago morilla on Vimeo.