es un ciclo de exposiciones para la Zona Base del Casal Solleric, comisariado por Gómezdelacuesta, con la participación de Guillermo Mora, Simon Zabell, Ana Laura Aláez, Cabello y Carceller, Jesús Zurita, José Luis Serzo, Marcelo Viquez y Marcos Vidal
Nos sentamos en el sofá, encendemos el ordenador y la pantalla nos absorbe. Lo único que realmente parece suceder es lo que ocurre en nuestro portátil, en nuestro móvil, en el monitor, en la televisión. Miramos y no vemos más allá, de reojo apenas percibimos sombras que se mueven a nuestro alrededor, el recuerdo de una idea que comparece lejana. Infinitas imágenes tomadas por cualquiera, de cualquier modo y en cualquier lugar, digitalizadas y difundidas indiscriminadamente gracias a unos dispositivos cada vez más sofisticados, cada vez más potentes, pero también, cada vez más lejanos, más ajenos, menos ciertos. Una sombra pixelada de la realidad provocada por la luz de las nuevas tecnologías, el reflejo sobre un muro de cristal líquido de unos objetos reproducidos hasta la saciedad, el espejismo de unos conceptos completamente descontextualizados, degradados por su mal uso, por un consumo epidérmico y meramante superficial. Un mundo del que tan sólo conocemos una copia burda, una imagen especular, una silueta que, pervertida por el interfaz, comparece sin su verdadera esencia. Miramos y apenas vemos y lo que vemos no suele ser cierto, la realidad desapareció tras la tela de araña de una virtualidad insondable, de una digitalización masiva y abusiva. En un extraño contrasentido, quizás debamos volver a la oscuridad de la caverna para recuperar la vista, para volver a la conciencia. Subterráneo, sin apenas luz y más cerrado que abierto, la Zona Base del Casal Solleric comparece como un espacio expositivo al margen de muchas especulaciones; una singular cámara oscura donde la imagen, el tiempo y los conceptos cobran una amplitud de la que carece el lugar físico que los contiene. Un peculiar laboratorio que aumenta la concentración de la percepción, que permite y elogia cierta pausa y que proporciona conocimiento desde el seno de la vorágine urbana, desde sus mismas entrañas. Un lugar con una necesaria conexión con la realidad que lo envuelve, pero lo suficientemente aislado del excitado y perturbador trasiego contemporáneo como para no dejarse contaminar, como para mantener su propia autonomía. Partiendo de la simplicidad de conceptos básicos como el de cámara oscura, anamorfosis, fluorescencia, caleidoscopia, espectro visible o luz estroboscópica se plantea este ciclo de exposiciones que busca provocar la duda perceptiva del espectador sobre lo que es la realidad, las realidades, en este mundo contemporáneo inserto en una inabarcable vorágine virtual. En la era del “digitalismo despiadado” quizás debamos, de la manera más sencilla, aprender a mirar, aprender a ver y a saber lo que realmente vemos.