Un proyecto comisariado por Waelder + Gómezdelacuesta
I ciclo: «Espai reservat», con la participación de los artistas:
Zona Zero se configura como un proyecto articulado alrededor de ciclos de exposiciones que, en esta ocasión, se enmarcaron en las propuestas de arte contemporáneo del Casal Solleric de Palma, permitiendo que su planta baja adquiriera una merecida y singular autonomía expositiva. Zona Zero está concebido como un espacio de relación y conflicto entre el artista y la obra, entre el arte y el público, entre el propio espacio expositivo y el entorno urbano. En cada uno de los ciclos los comisarios presentan un concepto general que articula los diferentes proyectos que ocuparán el espacio, cada propuesta tiene el formato de una exposición individual de un artista que trabaja con los nuevos lenguajes del arte contemporáneo, haciendo especial énfasis en obras de arte de tipo relacional como por ejemplo performances, intervenciones urbanas, instalaciones interactivas o sonoras. Aprovechando el emplazamiento privilegiado del Casal Solleric y la inusual conexión que la gran ventana de su planta baja permite establecer entre el espacio expositivo y la calle, artistas y comisarios presentaron una serie de propuestas que no se cerraban dentro de los muros de la sala, si no que se proyectaban visualmente hacia el exterior, contribuyendo a presentar al público una visión del arte contemporáneo más experimental y participativo, un terreno en construcción, una “zona cero”, donde no hay estructuras previas y todo se elabora en función de cada proyecto. Ante la percepción de la institución del arte como un templo, como un recinto inamovible destinado a la contemplación pasiva, se propone el concepto de «zona cero” para designar un territorio abierto, sin límites concretos, que se puede expandir hacia el exterior, proponiendo al espectador enfrentarse a este arte en un nivel de igualdad, de auténtico diálogo.
I. OutComes – Daniel Palacios – Cuatro notas breves
1. La interactividad es una interferencia, no se puede observar sin alterar lo observado, no se puede tocar, recorrer, escuchar, conectar, sin afectar al objeto o sujeto con el que establecemos esa relación. Todo lo que sentimos es completamente subjetivo y cualquiera que esté a nuestro lado puede percibir las cosas de forma distinta. Un desdoblamiento de la realidad que alcanza el infinito y que nos ayuda a comprender la trascendencia de nuestros propios actos, la importancia del lugar que ocupamos en el espacio y los múltiples y sucesivos (des)equilibrios que nuestro devenir va generando.
2. La evidencia sonora de esta pieza, empleada como sutil metáfora, deja patente la manera en que todos somos agentes del cambio, alterando los sonidos que emiten los tubos en función de las personas que permanecen a su alrededor. Una instalación en la que el público forma parte activa de la propuesta, mientras expresa la importancia del individuo y la trascendencia colectiva de cualquiera de nuestros actos.
3. Una intervención espacial y estética, una instalación atractiva que incita a ser recorrida gracias a su plasticidad y a que todo el entramado tecnológico que le da soporte queda oculto en los interiores de la propia pieza, evitando interfaces innecesarios, liberándole de cualquier intermediario y concentrándose en las percepciones que estimulan los sentidos.
4. Compuesta por un número variable de tubos de resonancia distribuidos en la sala y un gráfico de flujos vinilado en el suelo que representa los sistemas de relaciones de la composición, cuando nos adentramos en su espacio el sonido empieza a fluir: sonidos leves, amables, que se sincronizan y varían en cantidad y tipo, mientras nosotros, con nuestra presencia, somos el motivo de estos cambios en una continua y mutua adaptación.
II. Battlefields – Jérôme Leuba – Lo que hay detrás de la cortinaEstimado/a espectador/a,
Se encuentra usted en una sala de exposiciones cuyo espacio ha sido cubierto casi en su totalidad por una cortina. Habrá comprobado ya, si ha recorrido el espacio, que la cortina no presenta ninguna abertura, que no hay nada más allá de ella o al menos no es posible acceder al espacio que encierra. Tal vez esto le parezca absurdo, una tomadura de pelo. Usted ha venido a ver una exposición y no hay tal exposición, sólo una cortina que le impide ver lo que se expone. Pero en realidad lo que usted ha venido a ver es precisamente la cortina, o más bien a experimentar las sensaciones que le provoca la negación de su papel como espectador/a, al no poder moverse libremente por la sala ni posar su mirada sobre una serie de objetos codificados como obras de arte. La pieza que ocupa esta sala se titula “battlefield #82”. El artista Jérôme Leuba la ha creado para Zona Zero como parte de su reflexión acerca de los espacios socialmente definidos, en los que las personas se relacionan en base a una serie de expectativas y normas aprendidas. El artista ha colocado entre el público dos obras más: “battlefield #37 / Focus” y “battlefield #54 / Lovers”. Estas obras son esculturas vivas: algunos espectadores son en realidad colaboradores que dan forma a una obra del artista. No se los señalamos, están a su alrededor -quizá sea usted la única persona del público y los demás son actores-. Siéntase libre de observar a su alrededor y no se preocupe si no percibe la diferencia entre lo artístico y lo cotidiano: en ocasiones, tal diferencia no existe.
III. Vibratio – Cecilia Segura – Tirando del hilo
El espacio ante nosotros y también el extremo de un hilo, y algo de oscuridad, y de luz negra, y una visión parcial, como todas las visiones, sin omnividencias, sin panópticos, pero fluorescente. Nada es lo que parece, o al contrario, todo es lo que parece, lo que nos parece a cada uno de nosotros: tantas realidades como individuos, tantas como percepciones. Ahora tiremos del hilo, de todos los hilos que podamos, veámoslos superponerse, recorramos la sala, creemos nuevos lugares en nuestro tránsito. Un escenario para las ideas, un itinerario trazado, pero también un camino libre donde dentro y fuera se confunden, donde lo real y lo representado incitan a la comunicación directa entre el espectador activo y el artista que las teje. Una reflexión actual sobre los conceptos de tiempo, espacio y materia, una realidad que se expande mientras la física de la sala desaparece. Ariadna puso el hilo, la araña su tela y la contemporaneidad las redes, una red que aquí comparece como metáfora del universo, de lo instantáneo, de la intercomunicación, de la separación. La artista nos reta pero no nos deja solos, nos ofrece unos hilos de los que tirar, una galaxia de elásticos que gravitan en el aire, que marcan los nuevos límites para las diferentes verdades, una reflexión que gira alrededor del arte, del espectador y de la propia percepción del espacio expositivo. Como dijo Virilio -y Baudrillard también aunque de otro modo- nuestra frenética era va generando nuevas realidades a partir de la superposición, yuxtaposición, coincidencias, divergencias, solapamientos y simulacros. Velocidad, tiempo y espacio, una construcción en capas que suman complejidades, simplicidades y esquizofrenias. Esto es “Vibratio”, pasen y vean.
IV. Basado en hechos reales – Miguel Soler – Ficciones reales [o verdaderas] y falsas realidadesNinguna imagen es inocente, ningún creador es virgen, ningún espectador es completamente objetivo. Las condiciones ideales, los ambientes neutros, los espacios asépticos, las gentes inocuas, las atmósferas insaboras, incoloras e inodoras, apenas se dan en el propio laboratorio. Fuera de allí todo está contaminado, procesado, influido, condicionado, adulterado, enfatizado, manipulado, tamizado o modificado, amplificado o minimizado, fuera de allí todo es vida, todo es verdad, mentira, ficción y realidad. Todo está afectado por lo que sabemos, por lo que creemos, por lo que somos, por lo que fuimos, por el lugar al que vamos y de dónde venimos. Miguel Soler continúa el camino de su reflexión girando con habilidad, intención y conciencia entre los propios conceptos de realidad y de ficción, unos términos tan inciertos como la verdad y la mentira. Primera curva: la aportación estética del cine comercial y sus maneras de comunicar, condicionándonos permanentemente sobre lo que esperamos que ocurra. Segunda curva: videocreaciones que cobran el formato de trailer de películas inexistentes, nutridas de un tipo de imágenes a las que solemos dar cierta verosimilitud, imágenes que el artista ha ido capturando de los informativos televisivos de todo el planeta, mientras deja en evidencia como el contexto, el montaje y la intención, modifican la credibilidad. Tercera curva: partiendo de un hecho desgraciado como el terremoto de Lorca en Murcia, una noticia cierta recogida en todos los telediarios, el artista convierte Zona Zero en una sala de proyecciones gracias a las butacas de un cine cuya estructura no aguantó el seísmo, pervirtiendo las expectativas sobre lo que suele ser un espacio expositivo, volviendo a saltar entre la realidad y la ficción, y dejando en evidencia que, quizás, ninguna de ellas existan.